El Valladolid apenas ha sumado siete puntos desde que prescindió de Paulo Pezzolano (Montevideo, 1983), lo que desespera al hincha blanquivioleta en que admite haberse convertido. En el espectacular marco de la Bodega Los Tarantos, el míster uruguayo repasa pasado, disfruta presente e imagina futuro.
Pregunta. Llama la atención que, más de tres meses después, siga viviendo en Valladolid. ¿Qué le atrae de la ciudad?
Respuesta. Lo primero, lo dije siempre, es una calidad de vida tremenda. Las personas en la ciudad son espectaculares. Y después aquí tengo a mis tres hijos y queremos que terminen el colegio como debe ser. Una de las cosas que suma mucho también es que este semestre lo estoy utilizando para profesionalizar el inglés. Entonces estoy viajando a Inglaterra, 15 días en Mánchester, vengo cinco días o una semana acá, vuelvo a Mánchester…
P. ¿Mejorar el inglés es abrir el mercado futbolístico?
R. Sin duda. Y lo mismo para la vida, ¿no? Mis hijos hablan un inglés espectacular porque van siempre a colegios internacionales. Son chiquitos, tienen nueve, siete y cinco años, Paulina la grande, Pilar la del medio y Manuel el chico. Es lindo que el padre también lo hable bien.
P. Su padre era carpintero…
R. Ajá.
P. Qué difícil es construir, ¿no?
R. Sí… o qué fácil es destruir. Padre carpintero, familia de trabajo. Muy orgulloso… [se emociona] No me gusta hablar de la familia.
P. Y un niño «flaquito, chiquito», que empieza a jugar al fútbol…
R. Sí, desde el barrio. En Uruguay es nuestro deporte número uno. Y bueno, siempre con la ilusión y el sueño de ser profesional, y con trabajo y eso, lo fuimos consiguiendo.
El ‘Pezzolano dimisión’ es algo que provoqué con mis declaraciones, quería atraer la presión para conseguir el ascenso
P. ¿Pasar por tantos países como futbolista ya lo fue alimentando personal y profesionalmente?
R. Sin duda habrá sumado mucho. Yo arranco en Uruguay, después voy a Brasil, al Atlético Paranaense. Vuelvo a Uruguay, vengo a Mallorca, me toca ir a China, México… Sin darte cuenta vas mamando muchas cosas, aprendiendo diferentes culturas, y ese poder de adaptación es fundamental para un entrenador. Creo que es el fuerte que tenemos hoy como cuerpo técnico.
P. ¿Cómo era entonces marcharse a China?
R. Era diferente, era duro. Yo estaba con mi señora solos, todavía no teníamos hijos ni nada. Obviamente en ese momento a China se iba por lo económico, pero todo un año se hizo largo. Porque yo voy a trabajar, voy a entrenar y todo, pero para la familia es más complejo. Ese año mi señora Gabriela terminó hablando chino mandarín. Iba todos los días a la universidad para aprender y teníamos una profesora particular que venía dos horas por la tarde a casa. Me sorprendió. Entonces, de todos los lugares sacamos algo…
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P. Hablaba de Mallorca… ¿Con España siempre ha existido un nexo especial?
R. Yo cuando llego a Mallorca llego a mi casa. ¿Por qué? Porque mis padres y mis hermanos ya vivían allí ocho o nueve años antes. Me acuerdo de una nota con MARCA que decía ‘el uruguayo que llega a su casa’. Me estaban esperando mis padres en el aeropuerto, cuando viene a buscarme la gente del club yo iba a mi casa, ni hotel ni nada… Entonces fue todo más fácil. Conocía Mallorca como la palma de mi mano y fue algo muy lindo.
P. Pasa de jugador a entrenador en cuestión de días…
R. Fue increíble. A mí me quedaba un año y poquito de contrato todavía como jugador en Torque City, un equipo en Uruguay que es del Grupo City. Bueno, se va el entrenador y quedaban cuatro o cinco fechas. Mientras buscaban uno, Luis Bruno y Joan Patsy me proponen para serlo en ese momento. Ya hablaban de fútbol conmigo, les gustaban las ideas, yo había hecho el curso de entrenador y cada vez que tenía vacaciones me iba a ver entrenamientos a Europa… La verdad, fue sencillo. Nos juntamos un día y les dije si a mí me aceptan el asistente técnico y el preparador físico que quiero, yo les acepto. ¿Por qué? Porque siempre fui consciente de que yo necesitaba alguien atrás mío si yo quería arrancar como entrenador. Entonces, cuando salgo de esa reunión enseguida me comunico con Valentín Villazán, que era un entrenador número uno en Uruguay, y él después me presentó al profesor Pablo Balbi, que fue el ‘Profe’ que estuvo con Lasarte acá en la Real Sociedad, con gran experiencia. Cuando yo pude convencerlos a ellos, fue cuando dije que sí: que aceptaba el cargo. Me propusieron ser entrenador y jugador durante los partidos que faltaban, pero acepté uno solo para retirarme dentro de la cancha. Cambiamos de vestuario, nada más.
P. ¿Es cierto que el Pezzolano entrenador cambió al Pezzolano jugador?
R. El mejor cambio que hice en mi carrera: íbamos perdiendo uno a cero y empatamos faltando cinco minutos… Fue una experiencia espectacular, pero cuando termina ese campeonato tuve las decisiones más fuertes en mi carrera, que fue llamar a cada uno de los compañeros, fueron 14, que tuve que sacar del plantel. ¿Para qué? Para construir un equipo, para lograr el ascenso a Primera división. Ahí arrancamos la realidad de cómo ser de verdad entrenador. Les expliqué que dependía de ellos que siguiéramos siendo amigos, comiendo asados y todo esto, porque estaba sacando al futbolista, no al ser humano. Pero lo primero a lo que no podía fallar era a mi familia. Por eso digo que tuve la suerte de tener las decisiones más duras en el comienzo de mi carrera. Entonces hoy cada vez son más livianas… por más que sean duras.
Sin duda fue el canto del año, así que… ¿por qué no iba a cantarlo yo? El objetivo era que todos disfrutaran
P. ¿El futbolista piensa en él y el entrenador en todos?
R. Es diferente, sí. Pero esto es algo que me apasiona. Me gusta mucho más que ser jugador, lo digo así. Como futbolista la verdad hice una carrera aceptable. Pezzolano calidad para jugar en Europa, yo como entrenador te digo no tenía, pero la constancia y el trabajo me llevaron a lugares que no esperaba. Ahora, como entrenador, me apasiona lo que hago.
P. Se arma ese equipo y asciende…
R. Seis o siete fechas antes y jugando muy bien. Ahí paso a otro equipo en Uruguay, Liverpool, con el que yo me identificaba mucho. Íbamos a pelear el descenso, comenzando 13 puntos por debajo del penúltimo porque allá es un coeficiente de dos años. Era muy duro mantenerse en Primera y con la idea de juego que yo tenía y quería, posicional, que no era fácil de hacer porque la idiosincrasia te lleva a que no es fácil en un club que en su historia de 100 años siempre fue todo lo contrario: un equipo de transición, rústico, peleador en bloque bajo… Pero el presidente, José Luis Palma, uno de los mejores del fútbol sudamericano, no sólo uruguayo, estaba convencido. Y ahí le agarré todo el mando: no sólo entrenador, sino que le baje una línea deportiva. Nos juntábamos en la tarde con los entrenadores de las juveniles e íbamos preparando toda la metodología para el club. Y nada, fueron dos años espectaculares. No sólo nos salvamos con mucha ventaja, sino que salimos por primera vez campeón en la historia de Liverpool. Nos ha ido muy bien en todos los equipos que tuvimos, pero sobre todo, para mí, un entrenador no es sólo lograr un resultado visible, un campeonato, un partido ganado, sino lo que consigue internamente, una cultura de trabajo que deja, jugadores jóvenes que se fortalecen y que fortalecen económicamente a la entidad con su venta. Si los futbolistas crecen, el club crece. Eso es un modelo completo y fue algo muy lindo ahí.
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P. Sale de Uruguay otra vez…
R. Ahí vamos a Pachuca, a México. Después, Cruzeiro. Es diferente la pasión con que se vive el fútbol en Brasil y la cantidad de gente de la que estamos hablando. Allá le dicen que no es un club grande, que es un club gigante. 10 millones de hinchas…
P. Pero también vivía una mala etapa…
R. Claro, sí. Estaban sufriendo y fuimos con nuestra idea de juego. Logramos cambiar muchas ideas que se tenían en Brasil, que no se podía jugar de esa manera. La verdad es que lo conseguimos de una manera espectacular, con jugadores humildes que se adaptaron muy bien a todo lo que queríamos. Conseguimos el ascenso, pero lo más lindo fue lo que digo: lo que dejamos en el club. Esa cultura de trabajo, esa ambición, esa constancia frente a momentos duros… ¿Por qué? Porque cualquier equipo que logre los objetivos pasa por momentos duros. Todos, en cualquier liga. El mejor equipo del mundo en el año pasa momentos duros. Hay que saber soportarlo. Fue un trabajo espectacular que nos une mucho hoy en día al fútbol ‘brasilero’. ¿Por qué? Porque cada vez que sale un entrenador de cualquier equipo grande siempre tenemos la suerte, digo yo, de recibir una llamada. Y eso es algo muy lindo.
P. ¿Ya estaba pensando en un futuro en Europa?
R. Sin duda. El objetivo siempre fue llegar… pero no sólo llegar. Porque cualquiera que quiera llegar puede hacerlo rápido, pero mantenerse y triunfar son otras cosas.
Lo más rico que te queda como entrenador es ver cómo se fueron fortaleciendo todos tus jugadores
P. Y surge el Valladolid…
R. Teníamos decidido que no queríamos seguir después del ascenso, porque Cruzeiro es un club con una historia, uno de los más ganadores de Brasil, y sabíamos que en Primera iba a haber otra exigencia, que era el título, para la que el club a mi entender no estaba preparado. No íbamos a ir de la mano con el objetivo institucional y la decisión obviamente era no seguir. Aparte hubo un desgaste grande, ya que en el año nosotros jugamos 60 partidos más o menos, con la obligación de ganarlos todos. Entonces, bueno, la pausa que hicimos de común acuerdo con el club era mantenernos en la primera etapa del año, en el estadual, mientras ellos elegían un entrenador ideal. Terminó, salimos… y se da increíblemente que a los 15 días nos está llamando Fran Sánchez, que era el director deportivo, a ver si estábamos dispuestos a ir enseguida a Valladolid. ¿Qué pasó? Que sin darme cuenta él estuvo allá en Brasil y vio nuestro trabajo, nuestro día a día, cómo jugaba el equipo… y le gustó. Y ahí nos toca venir. ¿Un momento difícil? Sí, pero no le podíamos decir que no a un club histórico, a una ciudad espectacular y a nuestra oportunidad de entrar en Europa. Así que aceptamos.
P. ¿Cómo es la relación con Ronaldo?
R. Muy buena. Es una persona espectacular, lo digo así. Como jefe tiene una postura de no meterse en un rol. Cada vez que estamos con él hablamos de cosas globales, pero no de cosas del equipo ni nada. Eso sólo lo puede hacer un crack del fútbol, porque en general al presidente le gusta hablar, quiere explicaciones y argumentos… Él tiene gente muy capacitada en cada sitio de los clubes. Así que la relación fue y es espectacular. Sinceramente.
P. En Valladolid vuelve a conseguir un ascenso. ¿Hasta ahora ha logrado los objetivos?
R. Sí, la verdad que sí. Yo tengo 41 años, ocho de entrenador, y en todos los clubes por los que pasamos hemos conseguido los objetivos. En alguno se habrá jugado un poco mejor que en otros, y en Valladolid nos quedó eso de poder generar el modelo tal y como yo quería, pero después el objetivo en resultados se logró. Pero sobre todas las cosas es que hemos fortalecido muchísimo a jugadores, y a los clubes económicamente, desde nuestro paso. Son triunfos que no se ven para afuera, pero internamente tienen más valor. Yo puedo decir hoy en día que lo que se ha creado en cada institución lo quieren mantener y cuidar cuando nos vamos. Entonces es el orgullo más grande de uno.
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P. ¿Puede hacer siempre un entrenador el fútbol que le gusta o eso depende de los jugadores que tenga?
R. No se puede hacer al 100%, pero moviendo la cintura pueden tener cosas que te gustan. En algunos lugares puedes exagerar un poco el salir jugando, en otro lugar capaz que no, porque en definitiva yo como entrenador no quiero que quede lindo. Yo estoy convencido de que ese modelo me va a llevar a ganar; si no lo hace, moveré la cintura para lograr que no se aleje mucho y ganar. Entonces uno busca la manera por ese lado y la verdad con el Valladolid esta temporada hemos hecho algún gol de salida de meta. Se vieron cosas muy buenas, muy positivas. ¿Qué pasa? Que si vos no ganas, eso queda opaco y es normal.
P. Es inevitable preguntar por su relación con la hinchada y el famoso ‘Pezzolano dimisión’.
R. Fue algo que yo lo expliqué en su momento, provocado para lograr ese objetivo que en definitiva es ganar. ¿Qué quiero yo? Ganar ¿Yo voy a hacer equipo para qué? Para ganar y lograr el ascenso. Ahora, si el jugador no está cómodo, si está sintiendo mucha presión o algo, no va al modelo y no voy a ganar. Bueno, vamos al otro paso: asumir la responsabilidad, atraer toda esa negatividad conmigo. ¿Por qué? Había que hacerse cargo de que recién veníamos de un descenso y el Valladolid es un equipo grande que tiene que estar en Primera. Entonces ese peso va a estar automático. Vos tenés que entender todo como entrenador. Si no, lo táctico no vale nada. Por historia éramos el equipo más fuerte, aunque económicamente sólo estábamos entre los ocho primeros. Pero eso nunca se vio. Yo veía a los jóvenes muy tensionados. Los extranjeros se te van adaptando, pero, claro, les exigían el ‘ya’ y ellos no podían… Bueno, fue algo que se habló internamente y yo traté de atraer esa presión para lograr el objetivo final y, como dije, terminar todos abrazados, los enojados también. El ‘Pezzolano dimisión’ sin duda fue provocado. No es que la gente fuera muy dura, es algo que yo provoqué con mis declaraciones. Y bueno, logramos ese ascenso que la gente quería. Si nos llevó a la felicidad, bienvenido sea.
Por momentos teníamos que haber seguido más a rajatabla nuestro modelo, ahí es donde está mi pelea interna
P. ¿Y la escena del balcón?
R. El objetivo fue disfrutar, que todos disfrutaran. Uno es pasional, sin duda, pero, si había sido el canto del año, ¿por qué no cantarlo yo? Hubo quien se sintió agredido, pero no fue el tema de agredir. Cuando se cantaba en el estadio hacíamos goles y la gente lo sabe. Entonces fue algo así: sacarlo en el momento y disfrutar. Lo canté yo y hasta lo cantaron los jugadores, pero, como digo, fue un año muy lindo en el que se consiguió el objetivo con mucho aprendizaje. Lo mejor fue la mentalidad fuerte que conseguimos. No empezamos bien, porque se va formando el plantel. Cuando se asciende se sufre mucho. Van llegando los jugadores en los últimos días, pero ya jugaste tres o cuatro fechas. A partir de ahí ya empezamos a ganar. El objetivo fue espectacular y la gente quedó muy contenta. Una cosa es lo que se cantaba, otra cosa en la ciudad fue el cariño tremendo de la gente en la calle.
P. ¿También por eso se ha quedado?
R. Yo siempre lo dije y la gente en general lo sabe: Valladolid es una ciudad espectacular. Debe ser una de las mejores para vivir en el mundo, y mira que lo dice el ‘Pezzolano dimisión’.
P. ¿Sospechaba ya que esta campaña iba a ser difícil?
R. Sin duda. No tanto al principio, cuando se empieza a armar todo, pero sí cuando vas cerrando el periodo de pases. El club sufrió una multa muy grande económicamente y eso nos llevó a no contratar jugadores y a vender alguno que no teníamos que vender, como fue en su momento Boyomo. Yo en los números no me metía, pero esa decisión te afecta mucho en lo deportivo. Después nos olvidamos de todo eso, porque en la cancha sólo se ve a los futbolistas y al entrenador. Entonces nada fue como tenía que ser. Hay jugadores que no sólo son buenos, sino que te fortalecen lo que tienes alrededor. Este Valladolid es de jugadores de Primera división, sin duda, pero estaban necesitando tres de un nivel un poquito más arriba para que los demás pudieran demostrarlo. Entonces nada, muy tranquilo y muy contento por todo lo que hemos hecho. Sólo hubo dos partidos que no competimos, contra Barcelona y Atlético, porque el resto los jugamos con nuestras herramientas. En general se compitió y el tiempo va a demostrar todo lo que lo que se hizo dentro del club y lo lindo que fue el año del ascenso.
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P. ¿No cree que lo está demostrando ya?
R. No son tanto los resultados sino la cultura de trabajo, los jugadores jóvenes que se fortalecieron con nosotros. Yo te puedo decir hoy en día que estoy orgulloso de ver a Moro. Se hablaba de ‘morodependencia’, pero eso es que generaste un volumen de juego en alguna parte del campo para que él luzca y para que el equipo le saque rédito. Lucas Rosa juega ahora en Ajax. ¿Y por qué? Porque te puede jugar por fuera y te puede jugar por dentro a pierna cambiada. Y Monchu se vendió e hizo un montón de goles. Y a Meseguer le encontramos una posición, porque veía en los entrenamientos que tenía gol aunque hubiera venido de pivote. Y lo que creció Boyomo en un año. Y Tárrega, hoy en día titular en Valencia. Así, muchos… Eso es lo más rico que te queda como entrenador, el crecimiento de los jugadores. El equipo llegó a un límite en el que seguía y seguía compitiendo, por más que no le diese.
P. ¿Y duele mucho cuando un club prescinde de tus servicios?
R. Fue la primera vez, pero era entendible. Cuestión de tiempo. ¿Por qué? Porque por más que vos trabajes bien, por más que los jugadores te sigan, si no ganas… Nosotros ya lo vimos como algo natural. Un poco de dolor, sin duda, porque nosotros somos de hacer equipos de trabajo dentro de los clubes, te lo puede decir cualquier trabajador del Valladolid. Hoy me crucé en el centro con uno de los ‘greenkeapers’… Lo que dejas ahí es mucho más que un simple compañero, porque generas que todos se sientan partícipes de lo que estamos viviendo. Entonces, eso es lo más lindo. Te duele cuando lo dejas, claro, pero era algo normal. Y fue la primera vez, porque en todos los lugares terminamos el contrato o nosotros nos fuimos para dar un paso al costado, nunca en el medio del torneo.
Ser entrenador no es sólo lograr resultados visibles, un partido o un título, sino dejar una cultura de trabajo en cada club
P. ¿Y ahora?
R. Ahora tranquilo, creciendo, disfrutando del fútbol hoy como hincha del Valladolid, porque tenés eso de que quieres que ganen y te desesperas si no lo hacen. Yo siempre cuando estoy trabajando miro mis rivales y miro mi liga, pero ahora estoy mirando mucho la Premier, fútbol ‘brasilero’, fútbol italiano… Lo vivo y lo disfruto más como espectador. Cuando estás entrenando no miras un partido distendido. Mentira. Ya estás mirando la táctica o tal cosa que viste. Entonces nada, disfrutando de esa parte, porque seguir aprendiendo constantemente es fundamental, y del tiempo con la familia.
P. Guardiola, Klopp, Simeone… ¿se puede aprender de todos los entrenadores?
R. Sin duda, pero sabiendo lo que piensa cada uno, el por qué o el para qué hace las cosas. Cada uno con su modelo, son gente ganadora. Y no sólo por los títulos, sino por lo que dejan en los clubes. Campeón hay uno solo. Lo que dejó Klopp en Liverpool lo está disfrutando el entrenador que está ahora, lo que va a dejar El Cholo cuando se vaya es impresionante. Y, para mi entender, hay un antes y un después del fútbol con Guardiola. Vi el equipo más superior a todos los rivales en la historia, que era el Barcelona de Pep. Podía perder, pero incluso así era constantemente superior al rival. Y después debes llevarte lo que puedes llevarte. ¿Cómo plasmar esto con las herramientas que tengo? Y ahí ya te nombro un De Zerbi top, que llevaba un estilo espectacular a equipos más humildes. Agarras detalles de cada uno para seguir creciendo vos con tu modelo de juego.
P. Usted quiere equipos reconocibles…
R. Sí, sí. Que es un debe que nos quedamos en Valladolid: por momentos teníamos que haber ido más a rajatabla con nuestro modelo, pero no sé si hubiéramos conseguido el objetivo. Ahí es donde está mi pelea interna, pero sin duda te gustaría que quede el registro de lo que vos querés.
P. Con 41 años todo apunta a que le quedan muchos como entrenador…
R. Por eso tenemos que seguir aprendiendo, para ver cómo en todos lados lo puedes lograr, pero no en todos lados es igual.