Ilbrox Stadium -antes Ibrox Park- espera al Athletic. Los leones ya pasaron por allí en otra ronda de cuartos, la de la Copa de Ferias del curso 68-69. Entonces, en un terreno irregular y con la humedad calando los huesos en una tarde de marzo las gradas respondieron a la altura. El corazón de Ibrox es insistente. Lo sabe bien el Betis, al que el Rangers ganó los dos partidos de fase de grupos de la Europa League en el curso pasado y con esos resultados mandaron a los verdiblancos a la Conference.
Ibrox es uno de los campos más animosos de las islas. También de Europa. “El Rangers es algo más que fútbol. Es historia, en su día era religión. Forma parte de un sentido de pertenencia, desde pequeño. Hay gente del Rangers en cualquier punto del mundo”, describió Carlos Cuéllar en Coaches Voice. El madrileño llegó a Escocia procedente de Osasuna y en la temporada que jugó para los Rangers fue considerado una de las estrellas. Los escoceses lo traspasaron al Aston Villa, pero ni el ahora entrenador del filial del Real Murcia ni el público de Ibrox separaron sus sentimientos. Así que a nadie le extrañó que fuera uno de los invitados al partido de leyendas y a los actos del 150 aniversario de la fundación del club.
El Rangers es algo más que fútbol. Es historia, en su día era religión. Forma parte de un sentido de pertenencia, desde pequeño. Hay gente del Rangers en cualquier punto del mundo
Fachada rojiza de Ibrox, la que da acceso a la Tribuna Principal.
La fachada de piedra rojiza del antiguo armazón de un estadio construido en 1.899, un año después de la fundación del Athletic, es uno de los elementos diferenciadores de un recinto moderno y con capacidad para cerca de 50.000 espectadores al que se puede acceder en metro desde el centro de la ciudad. Entre Buchanan Street, en el centro comercial de Glasgow, y el estadio hay un recorrido llevadero en metro y un más que corto paseo hasta la casa del Rangers. Este martes de vísperas en Glasgow no hay todavía mucho hincha rojiblanco, si bien ya se ha podido ver algún portador de bufanda en el aeropuerto y a los más madrugadores también ojeando en los alrededores del estadio. El curioso en cuestión quizá creía que el despejado campo de fútbol que hay pegando al escenario del partido del jueves formaba parte del centro de entrenamiento. No es así. El complejo de Milngavie está a media hora en coche. Casi una hora si el trayecto se hace combinando autocares y trenes de ScotRail.
La pasión de la grada también encierra dolor porque en esa tradición de afición, que igual que ocurre en el Athletic los carnets se pasan de padres a hijos, las heridas son grandes. Ibrox sufrió dos graves incidentes con un elevado número de víctimas. En 1902, en un partido de selecciones entre Escocia e Inglaterra, los gestores del estadio decidieron levantar unas gradas supletorias de madera para culminar la tribuna. La tribuna cedió y el accidente registró 57 muertos. El pasado 5 de abril se cumplió el aniversario de una tragedia que cada año tiene un homenaje póstumo junto a la placa que recuerda el luctuoso incidente. No fue el único. En enero de 1971, en un derbi entre Rangers y Celtic, una avalancha en la grada concluyó con 66 fallecidos. La posterior remodelación del estadio fue meticulosa con la seguridad hasta el punto de convertirse en uno de los estadios más seguros de continente.