Mientras el Comité Técnico de Arbitros y la Federación buscan al culpable de la filtración del ya famoso audio de la jugada entre Vinicius y Pozo, los árbitros claman por una situación que se está volviendo insostenible y en la que cada vez están más solos. Se sienten atacados por todo y todos y la puesta en escena de un audio de una jugada, sin ninguna trascendencia y sin ninguna consecuencia alrededor de una posible actuación del VAR, es para ellos la demostración de que algo está fallando y que coloca en un imposible su día a día.
La aparición de ese audio ha significado para ellos el fin de una protección y que se sientan más vulnerables todavía. Se ha roto lo que ellos consideraban una zona de tranquilidad, para pasar a ser todo lo que sucede a su alrededor, susceptible de ser criticado sin ningún tipo de miramiento.
El audio en cuestión ha sido un golpe bajo en un momento de máxima tensión. Hecho con toda la intención, mala por supuesto, según consideran en el CTA. Los perjudicados son los colegiados, esos que tienen que decidir sobre nuestro fútbol y que cada vez lo tiene más complicado para poder realizar su trabajo con normalidad.
Admiten las críticas
Admiten las críticas y son los primeros en saber cuándo fallan, pero el audio lo que demuestra es que están en manos de terceros y que son atacados y señalados con intenciones desconocidas. Ninguno de ellos considera que esto ha sido casualidad y más viniendo después de un partido tan señalado como el Real Madrid-Almería, con clara y decisiva. Intervención del VAR en el resultado del partido.
Con sus aciertos y errores, el árbitro ve que su trabajo diario se ha convertido en un imposible. La situación de incertidumbre de la Federación tampoco ayuda a tener claro hacía donde va el arbitraje.