José Andrés Guardado Hernández (Guadalajara, México, 1986) se acaba de retirar siendo uno de los ocho jugadores en la historia con cinco Mundiales jugados. Pasó por Dépor(2007-12), Valencia (12-13) y Betis (17-24). Ahora se prepara para ser entrenador desde Sevilla, donde se quedó a vivir. Desde allí hará este año el curso de entrenador, que, seguramente, le dejará también ocupado durante 2026. Al Mundial del año próximo no llega para estar en el banquillo de su Selección, aunque fuera como ayudante, pero, tras ese certamen, y ya con Rafa Márquez como seleccionador absoluto —el actual Javier Aguirre lo deja tras el Mundial—, la idea de Andrés es estar con Rafa ayudándole en el manejo del ‘Tri’. Para entonces, espera tener el carné de técnico.
PREGUNTA. No ha anunciado su retirada oficial. ¿Por qué?
RESPUESTA. Se sabe, y ya no me siento con esa necesidad de decirlo abiertamente y hacerlo oficial. Aparte, ya viví mi retirada frustrada de noviembre [lo anunció y luego siguió en León unos meses más].
P. ¿Ha recibido alguna oferta últimamente?
R. La única formal que recibí fue la de Cruz Azul (Liga MX). Terminó el torneo pasado, perdimos contra Cruz Azul en cuartos y, curiosamente, se me dieron bien esos partidos. Y Cruz Azul me llamó al día siguiente de perder. Me dicen: ‘Nos interesaría que vengas’. Pero ellos tenían varios problemas de director deportivo, entrenador… un poco de conflicto, y les dije: ‘No quiero firmar sin saber qué entrenador va a estar, porque yo ya tengo una edad. Necesito tener la aprobación del entrenador’. Y al final llegó uno que no lo vio del todo claro… y ciao.
Guardado, en la redacción de MARCA.
P. ¿Lo dio todo en su carrera, se dejó algo?
R. Lo di todo. Era una de mis cualidades: dar el 100%, con los fisios, yendo a una charla, en una comida de equipo, desayunando allí… Me encantaba el día a día más que jugar.
P. ¿Por qué se queda a vivir en Sevilla?
La gente me gritaba por Sevilla: ‘Andrés, grande, ¡te como los huevos!’
R. Sevilla la voy a considerar mi casa siempre. Y era lo más cómodo para la planificación familiar de ahora. Yo tuve muchas ofertas de televisión en México para para irme a trabajar este año previo al Mundial. En un principio me atrajo para seguir un poco activo, pero después empezaron a llamarme para ser entrenador. ‘¡Oye, Andrés, queremos que vengas a trabajar aquí, allá…’! Y no tengo el curso hecho todavía, tengo que terminarlo. Y ahí dije: ‘yo lo que quiero es ser entrenador’. Así que me voy para España, termino mi curso, lo hago con calma en Sevilla, donde mi familia está feliz… y así fue. Los andaluces son muy cachondos, como nosotros los mexicanos. Hice muchas amistades fuera del fútbol, que me enseñaron Sevilla desde un ángulo cotidiano, pues los jugadores a veces vivimos en una burbuja. Y eso me enamoró. Además, mi carrera la quiero hacer en Europa.
P. ¿De verdad quiere ser entrenador? Es una vida ‘perra’.
R. Mucha gente me lo ha advertido: ‘¿Estás seguro, Andrés?’. Uno de los primeros que me lo dijo fue Filipe Luis, con quien coincidí en el Dépor. Le escribí, ahora en el Flamengo, y le pregunté. Y me dijo: ‘¡No te retires nunca! Esto es muy sacrificado’, aunque con cosas ‘guays’ también, como decís en España.
P. ¿Qué es lo más gracioso que le han dicho por la calle en Sevilla?
R. Es que son muy espontáneos. Voy a decir una grosería, pero es así… Vas por la calle y te gritan: ‘Guardado, qué grande eres, te como los huevos’. [Risas] He tenido la gran suerte de coincidir con gente que me ha hecho ver que el fútbol se acaba y que al final tienes que hacer relaciones para toda tu vida fuera de la burbuja del fútbol. Si no construyes amistades, luego te queda muy poca gente dentro del fútbol con la que realmente eres amigo.
P. Volvamos a lo de entrenador. ¿Quién le marcó más?
R. Daniel Guzmán, que fue el que me debutó en Atlas y…. Es curioso porque yo he vivido la evolución del fútbol a través de los entrenadores. Primero, la gestión era muy importante; luego, me tocó una época, con la llegada de Guardiola, que todo era táctica, el 4-4-2, la línea de cinco…; y ahora se ha vuelto otra vez más a la gestión. Por nombres, también me marcó Ricardo La Volpe, que era un enfermo táctico. Con él aprendí muchos conceptos futbolísticos.
Y después, me costaría dejar fuera a alguno, pero uno con el que volví a aprender mucho, cuando ya creía que pocas cosas me podían sorprender, fue Quique Setién en el Betis. Yo ya tenía 30 años, había jugado cuatro Mundiales y, de repente, llegó Quique y me hizo ver el fútbol de otra manera. Disfruté mucho con él. Luego me tocó Manuel Pellegrini, y te das cuenta de que, al final, lo más importante es tener sentido común a la hora de entrenar, sin complicarse. Manuel me enseñó que en el fútbol está todo inventado: sentido común, poner piezas y no inventar nada. Y así lo demostró, con la estabilidad del Betis.
P. Pero el mayor enfrentamiento de su carrera fue con Pellegrini, tras un Betis-Girona.
R. Sí, fue fuerte, muy fuerte, la más fuerte que tuve en mi vida. Pero, fíjese, la recuerdo con mucho cariño, porque eso nos acercó mucho, reafirmó nuestra relación. Nos dijimos ciertas verdades que traíamos los dos dentro y, como un matrimonio, nos potenciamos. Al principio no le sentó nada bien lo que le dije, pero con el pasar de los días, y tras volvernos a sentar, nos dimos un abrazo y lo solucionamos. Ya me ha dicho que le tengo para lo que necesite sobre mi nuevo carrera de entrenador.
P. En España jugó en Coruña, Valencia y Betis. ¿Se queda con este último?
La pelea con Pellegrini fue fuerte, muy fuerte, la más fuerte que he tenido en mi carrera
R. Sí, es mi equipo, y luego el PSV. Le tengo también mucho cariño. ¿Uno sólo? Afortunadamente, son de diferentes países. Puedo apoyar a los dos.
P. ¿La Copa del Rey 2022 fue su gran título de clubes?
R. Sí, sí, totalmente. Después de tantos años, ganar una Copa en Sevilla… Es mi gran título de clubes.
P. Tiene cinco Mundiales, cosa de la que sólo presumen ocho jugadores en la historia. ¿Cuál cree que ha sido su gran cualidad?
R. Adaptarme a cada reto. Y no digo de equipo, sino de cada año, a veces en el mismo equipo. Mi primer Mundial lo jugué de carrilero izquierdo; el segundo fui extremo izquierdo; el tercero ya fui de interior; y el cuarto y el quinto de pivote defensivo. Supe identificar que si ya no tenía cualidades para jugar en banda, debía buscarme la vida por otro lado.
Los extremos eran cada vez más rápidos y ya no me daba. Phillip Cocu, en Holanda, fue el primero que me dijo: ‘Yo te veo de pivote’. Había un equipo muy joven y necesitaba un eje para mantener el equilibrio en ese fútbol holandés tan loco. Esa decisión hizo alargar mi carrera.
P. ¿Cómo ha sobrevivido usted, que es flaquito, en un fútbol tan físico como el de hoy?
R. Con ganas y regularidad. Tengo una anécdota con William Carvalho [mediocentro portugués del Betis], que, para mí, es un pedazo de jugador. Mi virtud era la consistencia, ser un seguro de vida para los entrenadores, ser un siete siempre. Entonces, yo llego al Betis, firmo tres años, después renuevo dos años, luego renuevo otro año, luego renuevo otro año… Y estaba Willy Carvalho. Él a veces era el mejor, otras veces estaba de dos… Y terminaba yo siempre jugando más que él porque el míster sabía lo que yo le iba a dar y no sabía por dónde Willy le iba a salir. Y yo fui con William, y le dije: ‘Willy, ¿tú sabes por qué sigo renovando?’ Y me dice: ‘¿Por qué? Pues porque tú quieres. Si tú quisieras, a mí ya me habían corrido de aquí hace tiempo’. Sabían que yo me iba a jugar la vida por el club.
P. Ha jugado en la Liga contra grandes cracks. ¿Tiene alguna anécdota con Cristiano?
R. Tengo pocas, porque su gran ‘boom’ en España fue cuando yo me fui a Alemania (Bayer) y Holanda. Lo que recuerdo es que su primer gol en España lo hizo contra nosotros y ese penalti se lo hice yo a Van Nistelrooy en el Bernabéu. Fue el primer gol en España de CR7. Luego, nos tocó Portugal en el último partido de fase de grupos del Mundial 2006, y yo lo vi ahí y flipaba. Hasta le pedí una foto en ese momento.
P. ¿Y con Messi?
R. Me lo presentó Rafa Márquez en la época cuando Leo todavía era joven y Rafa, capitán. Tengo una anécdota. Cuando ellos ganan el triplete con Pep, terminan la Liga en Coruña contra nosotros. Y se quedaron allí a festejar. Entonces, Rafa me invitó: ‘Vente a tomar algo’. Y me fui con todos los del Barça. A partir de ahí, me saludaba siempre.
P. ¿Tiene camisetas suyas?
R. Tengo dos. A mí me daba mucha vergüenza pedir camisetas… y me arrepiento muchísimo porque al inicio de mi carrera jugué contra grandes cracks y no tengo ninguna. Las más valiosas de mis inicios son las de Raúl y la de Guti. Fue curioso. En mi primer partido en Riazor contra el Madrid, ellos tenían que pasar por el vestuario local para ir al suyo. Total, yo estaba ahí fuera, y quería ver a los del Madrid. Acababa de llegar a España. Y, de pronto, pasa Raúl y se para a saludarme. ‘¿Qué tal, Guardado, cómo estás?’, me dijo. Y claro, me dio como un shock: Raúl me estaba saludando! Me dio confianza para después pedirle la camiseta y por eso tengo la de él y la de Guti.
Pero, volviendo a Messi, fue así. Yo veía que todos mis compañeros se peleaban por su camiseta, estaban desesperados por ganársela [Risas]. Y a mí no me gustaba meterme en esas peleas, porque al final era mi rival, y en la cancha los quiero matar. Pero, claro, también lo admiro y quiero ese trofeo. Así, dos o tres veces que me tocó marcarlo ahí en el campo, le dije: ‘Leo, ¿me puedes dar la camiseta?’. Y siempre me decía que ‘no’, que ya la tenía comprometida. Entonces desistí, lo di por imposible. Todo el mundo la quería. Me fui a Holanda, regresé y el primer partido que jugamos contra el Barça, era con Ernesto Valverde, al que tuve un año en el Valencia. Y ahí, por medio de él, le conecté y me dijo que ese día no, pero al siguiente partido, me la daría.
Y así fue. Fue un 3-4, la primera vez que yo le ganaba al Barcelona. Y tras el partido, vino un utillero y me dice: ‘Te la manda Leo’. La guardo con mucho cariño porque es la única vez que le gané.
P. Quitando a Leo, que está en otro nivel, ¿cuál es el mayor crack contra el que ha jugado?
R. Decir uno solo me costaría. Pero, por ejemplo, a mí los primeros años me sorprendió mucho Guti. Era un jugador muy infravalorado. Se hablaba mucho de su vida fuera, y era criticado. Pero en el campo era un crack. Sus controles, veía pases que nadie veía… Me encantaba. Y como compañero, no puedo dejar fuera a Juan Carlos Valerón. Era un p… crack. Y eso que yo le agarré ya mayor y con las lesiones de la rodilla. En el campo, yo veía que él estaba de espaldas y, de repente, se giraba y me la ponía ahí y yo no corría. Me decía con su vocecita: ‘Tú dame la bola y corre’. Y yo decía: ‘Este señor es un crack’.
De estos últimos años, Isco me ha sorprendido muchísimo y a lo mejor Nabil Fekir también, por la facilidad que tenía para girarse entre líneas.
Yo odiaba enfrentarme al Getafe de Bordalás, ¡era horrible!
P. ¿Qué rival se le atragantaba año tras año?
R. ¡Híjole! Yo, con respeto para su afición, odiaba enfrentar al Getafe de Bordalás. Lo odiaba, lo odiaba. Y creo, ojo, que Pepe es un gran técnico en su estilo. Al principio, se me complicaba siempre el Bilbao. Eran muy duros. Pero luego, en el Betis, enfrentar al Getafe era horrible, horrible.
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