
Como cada verano en clubes como el Girona, el trabajo en la dirección deportiva es clave a la hora de empezar a jugar la siguiente temporada y poder calibrar los objetivos de esta. Y para el equipo de moda del fútbol español, dar en el clavo a la hora de reemplazar a los jugadores que se fueron de su columna vertebral del curso pasado ha sido vital para ofrecer a Míchel Sánchez los recursos que le han permitido engrasar su máquina y elevar a casi la excelencia el juego que despliegan sus jugadores.
El cuadro blanquirrojo perdió en verano a Santi Bueno, traspasado a los Wolves, su central más efectivo y expeditivo en los duelos; a Oriol Romeu, el jefe de la sala de máquinas en el medio del campo, vendido al Barça; y a dos futbolistas ofensivos determinantes como Roro Riquelme, que volvió después de la cesión al Atleti, su club de origen, y al Taty Castellanos, su máximo artillero con trece tantos, que fue vendido por el New York City, del mismo City Group, como los catalanes, a la Lazio de Roma.
Lo que hubiera preocupado a cualquiera, el Girona lo ha convertido en una oportunidad para subir un peldaño, o dos, más. En el lugar de Santi Bueno han llegado al equipo dos centrales de experiencia internacional, con gran salida de balón y que se adaptan a lo que Míchel quiere como Eric Garcia, cedido por el Barça, y Daley Blind.
Para suplir a Romeu, la dirección deportiva optó por quedarse en propiedad a Yangel Herrera (unos dos millones), Iván Martín (cerca de dos millones), e invertir en una promesa del fútbol colombiano como Jhon Solís (unos cinco millones de euros), en la que quizás ha sido la apuesta de más riesgo. Para la parcela ofensiva, el desequilibrio de Roro Riquelme lo han relevado y multiplicado por dos Savinho, cedido por el Troyes, otro de los equipos del City Group, y una de las revelaciones de LaLiga, y Pablo Torre, que aunque en el inicio no ha contado con muchas oportunidades deberá dar un paso hacía adelante.
El gol este curso es responsabilidad de Stuani (ya ha metido tres) pero, sobre todo, de Artem Dovbyk (5), un ariete referencia que hace más cosas que rematar y que se ha adaptado a la perfección al ecosistema de los de Míchel (pagaron siete millones por más del 50% de los derechos al Dnipro-1). El ucraniano contará también con la ayuda inestimable de Portu, todo carácter y nervio, que dejó el Getafe y firmó de vuelta con el Girona por 1,5 millones perdiendo dinero.
En total, el Girona ha invertido unos 18 millones de euros para reconstruir su plantilla casi los mismos que ingresó en concepto de las ventas de Bueno, Romeu y Terrats. Un negocio impecable que en parte, gracias a la ayuda del City a la hora de controlar talentos como los de Savinho, o la renovación de la cesión de Yan Couto, ahora internacional absoluto con Brasil, han permitido a Míchel tener mejores recursos.